martes, 3 de julio de 2012

Mine, capítulo 30.



Mine, capítulo 30. "Hammilton's Street".


Es martes. No tengo clases por algún asunto de la escuela que realmente no me importó escuchar. Sólo me aferré a la parte "No hay clases".
 Estoy sentada en mi escritorio, intentando pensar en las miles de maneras en que me hace sentir. Pero ninguna respuesta parece correcta. O tal vez no lo quiero aceptar, como "Fascinación", es algo que no pondré hasta encontras un sinónimo que suene normal. Menos meloso.
 Contemplo las fotos en mi pared.
¿Qué me hace sentir?
Dejo el plumón en la mesa de una vez por todas cuando mamá me llama a comer.
--¿Pero qué tanto haces allá arriba todo el día? Nunca habías estado tan quieta--Dice.
Pasa su mano por el cabello corto rubio y me sonríe.
--Bueno, he intentado... Pensar en algo. Me he quebrado la cabeza pensando.
--¿En qué?
Me encojo de hombros y tomo un pan tostado del plato mientras mamá me sirve huevos con jamón.
--Nada especial. Sólo... Estaba... Intentando descifrar algo.
--Cariño, no te entiendo cuando dices cosas así. ¿Qué intentabas descifrar? ¿Si debrías salir con Lucas?
Me quedo de piedra.
"¿Pero qué coños...?"
--¿Qué?--Suelto.
Abre los ojos.
--Ah, entonces di en el clavo.
Tomo el tenedor cuando ella me deposita el plato enfrente.
Pincho el huevo.
--¿De dónde sacas eso?
--No fui yo, Lena.
Intento mantener la calma y me como el huevo. Tardo cinco segundos en masticarlo mientras mamá lava los platos sucios. Ella suele desayunar a las seis de la mañana.
--¿Entonces?
--Todo es culpa tuya y de Lucas.
--¡Dime de qué hablas, mamá!
--El sábado, en mi cumpleaños... Cuando el preguntó sobre Keller y tú preguntaste sobre su novia. O más bien le gritaste.
Casi me atraganto.
--¡Yo no le grité!
--Oh, cariño, por supuesto que lo hiciste. Si no te conociera, diría que estabas celosa.
Me atraganto.
Mamá va detrás de mí y me da unos golpecitos en la espalda. Cuando recupero el aliento, digo:
--¡Yo no estaba celosa! No pasaba nada.
--Pues él sí que parecía estar celoso también.
Eso me hace pensar.
--¿Él?
Ella asiente.
--¿Te sientes mejor? Cuidado, mastica mejor. Cómete todo el huevo.
El huevo se puede ir al infierno de momento.
--¿Porqué dices que él?
Ella agita la cabeza.
--¿Es que no lo viste? Lena... ¿Qué pasa entre ustedes dos?
--¿Que si qué pasa con nosotros dos?--Repito, remarcando cada una de las palabras.
Mamá asiente.
--Yo y Sara estábamos hablándo de eso ayer. Todos piensan que están juntos o algo.
Me pego en la cabeza con la mano.
--¡Nada, mamá! ¡No pasa nada...! ¡O al menos estoy intentando averiguarlo!
Ella me mira.
--Entonces... ¿Estás confundida al respecto?
--¡No sé!
Ella suspira y se sienta frente a mí.
--Escucha, Lena. Sé lo que se siente a esta edad. El primer amor, y eso...
Me levanto antes de que tenga tiempo para seguir.
--¡Mira, mami!--Repongo--En verdad te quiero un montón, pero no. No estoy enamorada, y no lo estaré... ¡Porqué tendré dos gatos! ¡Y ellos ocuparán mucho espacio en mi corazón! Así es el asunto; Los que entran, ya no salen.  Y no hay suficiente espacio para dejar entrar a alguien más, porque lo estoy guardando para Crema Y Chocolate!
--Lena, eso es ridículo...
--¡Deja de decir que mis gatos son ridículos!
Me levanto y subo las escaleras.
--¿A dónde vas?--Pregunta mamá.
--He quedado con Luce y Ellie para vernos en una cafetería. Tomaré el carro. Volveré rápido.
Sé que ella está a punto de reclamarme, pero se lo piensa muy bien y me deja ir.
Subo lo que me queda de las escaleras y me lavo muy bien los dientes, tallando con furia.
"¿Cómo que estoy celosa?".
Ni siquiera conozco a esa Clea.
Después de que termino de cepillarme los dientes hago lo usual: Me pongo una capa de maquillaje y elijo el color del labial. Tomo el primero que veo en el estante donde pongo los labiales, uno que es rojo intenso. Del color de la sangre. Tomo mi abrigo también porque afuera hace un frío horrible.
 Y cuando bajo las escaleras... Recuerdo el cuaderno. Me paro en mitad del escalón y miro mis Converse negros unos segundos antes de devolverme por el cuaderno. Lo tomo junto con el plumón y lo guardo en el bolso.
Bien, ahora sí me largo.
Cuando estoy abajo, recuerdo que mamá tenía que hacer algo hoy, y que necesitaría el auto. Así que decido que, al final de cuentas, tomar el metro, no está tan mal.


Es mentira que he quedado con Luce y Ellie. Es simplemente que tenía que salir de la casa. Tenía que pensar sin mamá revoloteando a mi alrededor diciendo cosas cómo "Celosa" , y luego empleando la palabra "Ustedes", agregando la oración "Pasa algo", y luego utilizando la inminente palabra "Amor".
Es suficiente para hacerme huir.
Además necesito pensar; Esto que estoy sintiendo está empezando a inquietarme.
 Le doy vuelta a mi café y balanceo las piernas. Miro el local. Es otro de esos lugares en los que me paro porque se ven cálidos, sólo que esta vez me he sentado en una de las mesas de afuera, a pesar de que hace un frío que pela.
Pienso mirándo mi café.
¿Desde cuando se me corta la respiración?
¿Desde cuando acá me fascina todo lo que me dice?
Pues sí; Ahí está, una oración para rellenar el espacio en la libreta.
Saco el cuaderno del bolso y con la pluma de tinta negra, escribo:
"Me encanta todo lo que dice".
Al meno, no utilicé la palabra "Fascina"... Y la seguiré evitando tanto como pueda.
Paso el dedo por la oración. Sé que hay más. Sé que podría llenar el cuaderno completo, pero tengo que pensar  bien en lo que pongo, tengo que asegurarme de que es verdad del todo.
"Me derrito"
¿Es verdad? ¿Me derrito al verlo? Todavía no estoy segura.
Pienso en la vez cuando sus labios estaban muy cerca de los míos.
  Sí. Me derrito.
Escribo la línea y pongo punto final a la oración.
Recuerdo también el calor que sentí que iba desde mis rostro hasta las puntas de mis dedos y yendo a los tobillos.
 Suspiros.
"Calor".
Lleno el otro renglón de abajo.
Golpeteo la pluma... Y mi celular empieza a sonar en mi trasero.
Me da un susto de muerte y tiro mi café en toda la mesa. Incrédula, miro el café extenderse por la mesa unos segundos y luego levanto el envase.
Que fiasco.
Levanto mi cuaderno antes de que él café pudiera manchar las páginas de mi cuaderno.
El celuar sigue vibrando en mi trasero. Mientras lo tomo, pongo una nota mental en mi cabeza:
  "No volver a poner el celular en mi bolsillo trasero. Nunca".
Me pongo el teléfono en la oreja e intento remediar el desastre con las servilletas.
Es un desastre.
Que hambre, hubiera pedido también un panecillo de vainilla...
--¡Ey, Lena!
Es Luce.
--¡Ey, desaparecida!
--¡Ja!--Responde al otro lado de la línea--¡Eres tú quién se marcha a no sé dónde!
--¡Cálmate, que tú eres la vaga aquí!--Le respondo.
Hago una mueca ante el desastre del café tirado y arrojo el envse y las servilletas en el bote de la basura.
--¡Cómo sea! ¿Dónde estás?
--En Hammilton's Street, en un café.
--¿Starbucks? Oyeeeeee--Dice arrastrando la "e"--¿Adivina qué?
--¿Finalmente te pintaste el pelo de rosa?
--¡Yo nunca haría algo así!
Sonrío y guardo mi libreta en mi bolso.
--Ya. Me dijiste que adivinara.
Sé que sonríe al otro lado de la línea.
--No. ¿Pero adivina quién está a punto de ayudarme ahora mismo?
--¿Quién?
--Tú.
--¿Yo?
Me señalo a mí misma con el dedo pulgar. A pesar de que no puede verme.
--Sí, nena.
Puedo notar que está de mejor humor que nunca.
Oigo un carro pasar y luego unas bocinas. Muy cerca.
--¿Estás conduciendo, Luce?
--Sí, neeeennaaaa--Alarga las palabras.
--¿De donde conseguiste auto?
--¿Sabes? Mi madre también me presta su auto. Ella confía en mi.
Decido no responderle, porque sé que se cabreará conmigo.
--Bien. ¿Porqué me has llamado?
--¡Porque necesito que me hagas el favor más grande en el universo mundial! Voy a unas calles cerca de Hammilton's Street, te recogo, ¿Vale?
 Agito a cabeza.
--¿Y qué? ¿Tú desde cuando utlizas la palabra "Vale"?
--Dejaste uno de tus libros en mi casa, he olvidado devolvertelo. ¿Sabes? Todo eso está lleno de expresiones españolas. Todo está lleno de "Jodido" y "Joder" y "Gilipollas".
--¿Y qué? ¿Lo leíste?
--Sólo una parte... No tenía nada más que hacer... ¡Joder! ¡No te metas, estúpido!
Hay una pausa y luego vuelve al teléfono.
--¿Luce? ¿Tienes lincencia?
--Sí, baby.  Oye, ya estoy a una cuadra. Este tipo de aquí atrás se metio. Casi me estrello contra un poste. ¡Mira que hay muchos jodidos en el mundo!
Agito la cabeza.
--Luce, deja de decir palabras españolas y dime porqué vienes por mí. O qué es el favor que según tú te voy a hacer. ¡Mejor dime los dos!
 Hay otra pausa a lado de la línea.
--¡Mierda!--Grita Luce--Luz roja. ¡Estúpido semáforo!
Agito la cabeza de nuevo.
--¿Luce?
--Ya, ya. Espera, que ya llego.
--¡Luce...!
--¡Joder, joder, joder!--Me interrumpe--Llegaremos tarde.
--¿Llegaremos? No, cielo--Le respondo, sarcásticamente--Tú llegaras tarde. Yo me marcho a casa.
Me cuelgo el bolso marrón en el hombro y aparto la silla hacia atrás para marcharme.
--¡No, no, no, no, Lena! ¡No puedes hacerme eso! ¡Si no vas tú, todo saldrá mal! Necesito que vengas conmigo.
--¡Olvídalo, Luce! No tengo ganas de andar contigo a ninguna parte.
--¡Por favor, por favor, por favor! No te marches de Hammilton's Street.
Pongo un brazo en mi cintura.
--¡Tienes cinco minutos para llegar, Luce!
Ella no dice nada en un minuto, pero luego suelta:
--¡Está en verde! Voy para allá, nena.
Cuelga.
Lo siguiente que pienso es que le quitaré el libro en cuanto pueda. Pasa medio minuto cuando el Jeep gris de la madre de Luce está frente a mí.
Cuando abro la puerta, mientras me siento en el asiento copiloto, Luce dice:
--¡Oh, gracias a Dios que te pusiste guapa!
Luce arranca mueve el coche.
Miro mis Converse y luego checo el resto de mi ropa. Estoy usando una blusa delgada marrón suelta, un short azul de mezclilla con medias debajo y Converse negros. Mi abrigo en marrón también, igual que mi bolso. La verdad es que me queda bien el atuendo; La blusa queda tapada con el abrigo pegado hasta mi cintura, casi topándo con el shorts.
  Pues sí, estoy guapa.
Pero al cabo resulta ofensivo.
--Gracias, Luce. Mi autoestima crece--Digo, sarcásticamente.
Ella sonríe angelicalmente mientras mueve la palanca de cambios.
--¡Oh, vamos, no te ofendas, Lena! Es que tú eres como los hombres: Tomas lo primero que encuentras en el armario.  Menos mal que toda tu ropa es bonita.
 Auch.
--Oye, gracias.
Sarcásmo, sarcásmo.
--Lo que no contaba es que tu pusieras maquillaje.
--¡Pero de qué hablas! Yo siempre uso maquillaje.
--Ya, pero muy poquito. Nunca luces esa carita encantadora que tienes. ¡Pero ese labial es dinamita! Ahorita te pongo una trenza muy mona para que estés bien peinada.
--¿Cómo las tuyas?
--Ajá.
Miro su usual trenza francesa.
 Agito la cabeza.
--Es oficial. Ya no veas esos programas de televición. Están accabando contigo, Luce. En verdad.
Ella sonríe.
--Como sea, me alegra que te hayas puesto guapetona.
--Y para todo esto, ¿Porqué?
--Porque vamos a una cita doble.
Parpadeo.
--¿Que tú...?
Me mira de reojo.
--¡Vamos, Lena, no entres en pánico! Haz esto por mi.
Mi pecho sube y baja.
--¡Estás loca!
Luce toma la curva.
--¡No!
--¡Olvídalo, Luce! ¡Olvídalo! ¡No va a pasar! ¡Detente que me voy caminando a casa!
Pero ella sigue en la curva.
--¡Olvidalo! ¡Te necesito! ¡Mark me pidió a salir pero no su primo andaba en la cuidad y su mamá se enojaría si lo deja solo! Y entonces se me ocurrió una doble cita.
--¡Me hubieras preguntado!--Le grito.
--¡Me hubieras dicho que no!
--¡Pero al menos hubira pensado que no estabas loca!
--¡Oh, vamos, piensas eso desde el primer día que me conociste!
Me cruzo de brazos.
--Llevame a Hammilton's Street, por favor.
--Nel.
Me hundo en el asiento.
--Saltaré del carro el en primer auto y moriré. Y será tu ulpa. A ver cómo puedes vivir con eso.
Ella pasa las manos por su cabello oscuro y sonríe.
--Te amas demaciado para eso.
En el blanco.
--¿Porqué me haces esto?
--Porque quiero un novio. Y, además, te estoy haciendo un favor. Ya casi llegamos.
Ella pasa las manos por su escote de vestido rosa con florecitas y se lo sube. Luego se comprueba el labial color cereza en el espejo retrovisor y se sonríe a sí misma.
--Seré desagradable. Y recuerda que sí que sé cómo serlo.
La sonrisa se desvanece.
--Te compraré algo--Dice--Lo que quieras.
Sonrío burlona.
--¿Chantaje?
--Tal vez--Responde.
--Harás mi tarea de matemáticas.
Ella frunce el seño.
--Hecho.
Sonrío.
--Oye, ¿que no ese Mark tiene 19? ¿O es otro?
--El mismo.
--¿No crees que es muy mayor para tí?
Me mira.
--¿Y? Lucas tiene 18, ¿No? Sólo un número más.
Me vuelvo loca.
--¡Diablos! ¡Que...! ¡No...! ¡No estamos juntos!
Ella sacude la cabeza haciendo balancear su trenza.
--Ajá.


Pues el tipo con el que me tocó salir fue un fiasco.
Primero, tardo un minuto en decirme su nombre porque no paraba de tartamudear. Muy nervioso. Y, luego, no podía sacar nada de conversación. Lo intenté, de verdad, una hora intentando sacarle plática, pero era un cortón.
  Maldito cortón.
Ahora, cuado salimos yo y Luce de la cita, después de despedirse, ella me jala a otra tienda en la plaza done hay una tintorería. Dice que su mamá quería que pasara por el abrigo que Luce manchó hace dos semanas. Tal vez no se quitará.
Por mientras, yo me siento en la banca mientras ella pide el saco.
 En frente, hay una de esas tiendas dónde compras un monito, lo rellenas, escoges la ropa y luego lo adoptas. Te dan sertificado de adopción y todo.
 Tal vez es ridículo, pero a mí me encantaban esas cosas cuando era pequeña.
Papá me compró dos. Un cerdito y un perro. Ambos terminaron en el sótano de la casa, enterrado con cosas que mamá dejó allí abajo para no tener que verlas nunca más, cosas que al final no se atrevió a tirar.
Cosas que él dejó atrás.
 Cierro los ojos y miro desde afuera por las ventanas de cristal los peluches colgados en las paredes.
Entonces una niña de pelos lacios y castaños corre e intenta alcanzar un gato rosa en los percheros de arriba.
 Yo era justamente así.
Sonrío al recordar viejos tiempos. Tiempos dónde papá hacía estas cosas por mí.
Aunque muy a fuerzas, pero lo hacía.
Un señor va con ella y le alcanza el gato rosa, luego le da la mano.  Un tipo muy alto, tanto como...
 Dios.
Me levanto de un salto.
Es él.
Es mi papá.
Mi pecho empieza a subir y a bajar. Y es como si él pudiera ír los jadeos desde allá adentro, porque voltea la cabeza y me mira.
Me mira.
Empiezo a jadear.
Sus ojos me taladran.
Y entonces le murmura algo  a la niña y avanza a la puerta.
La abre.
Y salgo corriendo.
No sé cuando detenerme, y es que no sé si detenerme para mirar atrás. Yo sólo corro hasta que mis pulmones arden. Dos autos estuvieron a punto de matarme.
 A punto.
Respiro hondo cuando me siento en el escalón la entrada de una casa. Miro las flores y el césped.
Las lágrimas corren por mi rostro.
Las piernas me pesan.
 Saco mi celular del bolso y le mando un mensaje a Luce diciendole que pasó algo inesperado y que tuve que marcharme.
Paso mis manos por mi cabello y pienso.
Pienso en la nena. Pienso en que, es la segunda vez que la veo, que al final sí es real. Sí es su hija... Aunque no puedo estar completamente segura, puede que sea su sobrina... Y no puedo negarlo, porque, no he sabido nada de mis tíos por parte de mi padre. Perdimos contacto. Sin embargo, esa niña tiene su pelo lacio y castaño.
  Aunque tampoco prueba nada.
Doy la vuelta y miro detrás de mí mientras camino hacia atrás.
 Ahora tengo que marcharme a Hammilton'ts Street para seguir mi camino fácil a casa.
Nunca me había sentido tan feliz de marcharme allá, de todas las veces que he ido a Hammilton's Street.

--Sthep Stronger.

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